Constrúyase un cielo más bien cóncavo. Píntese de verde o de café, colores
terrestres y hermosos. Salpíquese de nubes a discreción. Cuelgue con cuidado una
luna llena en occidente, digamos a tres cuartas sobre el horizonte respectivo.
Sobre oriente inicie, lentamente, el ascenso de un sol brillante y poderoso.
Reúna hombres y mujeres, hábleles despacio y con cariño, ellos empezarán a andar
por sí solos. Contemple con amor el mar. Descanse el séptimo día.
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